Awá

Los pueblos talamanqueños, tanto bribris como cabécares, han mantenido por miles de años su conocimiento sobre la medicina tradicional, no solo en la memoria de sus habitantes, sino especialmente en la persona del awá (jawá en cabécar), esto es, el médico indígena.

El conocimiento sobre la función del awá y de las plantas medicinales, así como de las plantas que no son para aplicar al cuerpo, sino que se usan como intermediarios entre este mundo y el mundo de los seres de las enfermedades, nos remite al principio del tiempo, cuando todos los seres eran humanos.

Cuando todos eran humanos

Para los bribris hay un ser que inició la transformación de las cosas; este ser se llama Sibö̀, Dios. Es la persona que vio la necesidad de crear nuevos seres, porque lo que existía en el mundo de la oscuridad no era bueno. Entonces Sibö̀ pensó: "Sería bueno crear algo que sea mejor y así tendría con qué alimentar a mis ayudantes." Sibö̀ decidió crear las semillas. Pero "¿qué clase de semilla?", se preguntó. "Tiene que ser una semilla especial, en la que pueda utilizar todas las cosas existentes en este momento".

De esta manera, Sibö̀ involucra a todos los seres y plantas existentes en la construcción del mundo y de una nueva semilla. En ese momento todos los seres estaban en un mismo estado de vida. Sibö̀, con artimañas y trampas, los transformó en otros seres, los convirtió en los seres de las enfermedades, y así nacen estos seres. Cuando Sibö̀ logró su objetivo, dejó indicadas las funciones que tendrían las semillas (esto es, los clanes) en el mundo de la luz, y cómo sería su relación con aquellos seres para que pudieran convivir adecuadamente.

Las funciones de las semillas

Sibö̀ le indica a cada semilla o clan los cargos y funciones que deberá cumplir en el mundo de la luz, es decir, aquí en este mundo. Hay clanes que pueden ser awá y otros que no. Cuando nace un niño o niña de los clanes que pueden ser awá (por lo general siempre hay awá en esos clanes), la familia llama a este awá para que se encargue de realizar la ceremonia de purificación del recién nacido y de su madre, y así puedan regresar a la casa. En este trabajo de purificación él investiga las funciones que puede desempeñar el niño en el futuro; eso lo hace a través de las informaciones que le brinde la madre sobre las cosas que ha visto y ha soñado en el tiempo en que estaba embarazada; de igual manera el padre de la criatura debe hacer su relato. Con esas informaciones y lo que él verá en el mundo del agua, de donde viene el ser humano, determinará los cargos que este niño puede asumir cuando sea más grandecito.

El awá debe informar a la familia sobre el futuro que trae este niño; entonces la familia decidirá si lo instruye para que cumpla la función que el awá le predijo o si lo deja a su propia iniciativa.

Cuando la familia ha decidido instruir al niño para cumplir su destino, es decir, asumir algún cargo tradicional, ya sea óköm, tsö́köl, bikákla o awá, su primera tarea es apegarse a un awá de su mismo clan para conocer sobre todas las cosas que tienen que ver con las enfermedades, las plantas curativas y las que solo se usan como manojo.

El trabajo de un awá es para la comunidad o el pueblo; no puede cobrar por sus servicios. Por esta razón, en tiempos pasados, cuando el niño estaba decidido a convertirse en awá, la familia realizaba una gran actividad en la que anunciaba la decisión tomada por el niño.

El motivo de esta actividad es indicarle a la población en general que una persona ha decidido formarse para servirle a su pueblo; por ello, durante los próximos seis años, como mínimo, a él se le debe ayudar con su alimentación: seis años si el estudiante es muy hábil para aprender, de lo contrario podrían pasar hasta diez o más años.

Cuando el niño inicia su preparación deberá cambiar su forma de hablar, de comportarse con la gente. Debe estar siempre al lado de su maestro, ir con él a todos los lugares donde él va a curar, o recoger las plantas, o hacer los cantos sagrados. El estudiante no debe estar en fiestas o diciendo palabras obscenas, haciendo pleitos en el camino, bromeando con las mujeres, emborrachándose hasta más no poder. Deberá dedicarse todo el tiempo a su preparación. Lo que él deberá decir y recordar son las cosas que el maestro le enseña todos los días: los nombres de las plantas en canto, los de las enfermedades y cómo se cura una enfermedad creada o pasajera.

El estudiante deberá conocer dónde y cómo se hacen las piedras curativas, cuáles son sus ayunos y cómo debe preparar esas piedras curativas para que no sean unas piedras engañosas. El maestro con su estudiante pasaran mucho tiempo en el monte para conocer las plantas y sus nombres, tanto en bribri común como en la lengua sagrada. Ahí aprenderá cómo preparar las medicinas para cada mal; así también el maestro le enseñará qué parte de la planta se utiliza y en qué situación. Además aprenderá de su maestro las tácticas de supervivencia en las montañas sin contar con materiales adecuados, solo con lo que el bosque le ofrece; esto le servirá para cuando le toque hacer su ayuno.

Es importante recalcar, como dijimos en un principio, que algunos clanes pueden ser awá y otros no. Los clanes que pueden ser awá por lo general también pueden asumir cualquier otro cargo tradicional. Dentro de esos mismos grupos, hay clanes que solo pueden ser buenos awá para algunas enfermedades específicas; así, sus ayunos son más cortos y su tiempo de estudio para ser awá también. De manera que no se puede decir que hay una sola forma de graduación de awá; los que ayunan por largo tiempo son los que tienen que conocer muchas medicinas y muchas enfermedades. Además, debe estar haciendo solo cosas buenas; no debe hacer cosas malas a la gente o contra su pueblo. Se dice que los awápa que son para enfermedades específicas son también awápa que puede hacer cosas malas.

El estudiante de awá bueno deberá enfrentar ayunos de varios días y muy rigurosos, con el fin de demostrar que está decidido a hacer sacrificios por su pueblo; entonces su máximo ser, el primer awá, lo tomará como parte de él.

El mundo de la luz

Para el pueblo bribri, el ser humano a lo largo de su existencia pasa por varios mundos. Uno inicia la vida desde el mundo del agua o de la oscuridad, donde se construye el arte que es el humano. Luego este arte viene al mundo de la luz, que es este mundo donde convivimos con los diferentes seres y donde enfrentamos a las enfermedades. Después uno va a la verdadera vida, que es el mundo de las almas. Por esta razón, cuando una pareja está embarazada, realiza toda una regla de vida para que su criatura tenga suficiente capacidad para enfrentar las cosas en el mundo de la luz y así lograr un regreso feliz al mundo de las almas.

Un buen awá deberá conocer todos los pormenores de lo que pasa en la vida de una persona para realizar una buena curación; por ello es que tiene que estudiar por mucho tiempo y siempre apegarse a las enseñanzas de su maestro.

Si vemos las funciones que desempeña un awá, es probable que se le pueda catalogar, además de como médico tradicional, como un guía espiritual o un consejero social, ya que él conoce cómo se deben tratar las cosas que nos rodean: las plantas, el agua, los animales, y cuál es su relación con los humanos para que todos puedan convivir adecuadamente. Por que si alguno de ellos rompe la regla de la relación, sus efectos serán malos para toda la semilla, pues es posible que haya enfermedades y personas con problemas físicos. El awá tiene suficiente conocimiento para mediar en un conflicto tanto comunal como local o familiar; así también en ocasiones funge como un consejero para las parejas con el fin de que puedan realizar sus vidas plenamente.

Los awápa deben conocer muy bien el lenguaje de la naturaleza, porque de esta manera pueden advertir a la comunidad de algún mal que aseche al pueblo; hablamos de inundaciones, terremotos, epidemias y otras catástrofes que pondrían en peligro la existencia de las comunidades.

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