Sĩõ'tãmĩ

La entrevista que aquí se presenta se grabó en la comunidad de Bajo Coén, Talamanca, a mediados de la década de 1990. En ella participaron como entrevistadores Alí García Segura y su hermana Sebastiana; también se escucha en ocasiones, al fondo, la voz del óköm Silverio Morales, esposo de la sĩõ'tãmĩ. Ella es Anastasia Segura, originaria de esa localidad, de unos 60 años en aquel momento y madre de Alí y Sebastiana. La madre de Anastasia, doña Meraina (fallecida en noviembre del 2005), fue quien la instruyó para ejercer este cargo. Por ello, desde muy niña Anastasia empezó a conocer los trabajos que realizan las mujeres que ostentan el cargo de sĩõ'tãmĩ.

Dentro de la educación tradicional del pueblo bribri, el sistema de enseñanza emplea el modelo de ver y repetir. Los niños son preparados con el fin de que cuando decidan estudiar para ejercer algún cargo, estén convencidos de que realmente lo desean, ya que esto implica una gran cantidad de sacrificios, tanto en tiempo como en abandono de las actividades propias de su edad, para dedicarse a las cosas que les exige la preparación.

El trabajo de sĩõ'tãmĩ solo lo pueden desempeñar las mujeres; por ello a las niñas que han sido designadas para aprender el trabajo, desde muy pequeñas sus familias las crían de una manera especial, según la cual la forma de expresarse debe ser como la de una persona mayor que tiene algún cargo tradicional.

Esta conducta es muy importante para la persona que se prepara para ejercer una de estas funciones, puesto que con la actitud y la expresión verbal demostrará ante los maestros su capacidad de decisión y su determinación para desempeñar el cargo.

Cuando se estudia para ser sĩõ'tãmĩ, se debe hacer a la par de un estudiante de awá (médico) y por ende al lado de awápa mayores y sĩõ'tãmĩpa mayores, con quienes no se pueden utilizar algunas palabras del bribri común, sino que se debe emplear la forma en que Sibö̀ (el dios) se expresaba; esto es, con palabras del bribri sagrado o ritual. En este lenguaje no siempre los significados de las palabras son literales, sino que muchas expresiones son metafóricas y alusivas al mundo mitológico.

También, en la visión indígena se considera que todo lo que uno ve en este mundo son imágenes del otro mundo: lo que uno ve como animal en este mundo, en el otro puede ser una fruta o verdura. De manera que es común que en el lenguaje ritual se utilice el nombre de algunas de esas frutas o verduras para referirse a algunos seres míticos o a algunos animales que se cazan para la alimentación requerida durante el aprendizaje.

Retomando la preparación de la estudiante, cuando la madre de la alumna ejerce el cargo de sĩõ'tãmĩ, por lo general se convierte en su primera educadora. Con el paso del tiempo, ella le indica a la niña las cosas que puede y debe hacer. Así, cuando ya ella está estudiando le es posible memorizar las cosas con mucha rapidez.

Para el cargo de sĩõ'tãmĩ las ceremonias de graduación son exactamente iguales a las de un awá, solo que sĩõ'tãmĩ no hace trabajo de curación. La estudiante deberá identificar cuáles son las cosas propias de los awápa y cuáles son parte de la educación de sĩõ'tãmĩ; por ejemplo, ella debe saber cuáles son los cuidados específicos que le corresponde a ella darles a las sĩõ' (piedras curativas), que son diferentes a los que le corresponde al awá.

Igualmente, las sĩõ' siempre deberán saber cuándo son cuidadas por el awá y cuándo las está cuidando una sĩõ'tãmĩ. Esto se debe a que se considera que la piedra curativa, cuando el awá la tiene, es como su pareja, y si se trata de una mujer awá, que también pueden serlo, la piedra curativa es una piedra macho. Entonces siempre se considera que sĩõ' es casada. Cuando su pareja muere, se dice que ella enviuda (schö̀nẽ). Es entonces cuando el conocimiento que tiene la sĩõ'tãmĩ del lenguaje sagrado le es útil, puesto que su trabajo como cuidadora de las piedras la pone en un contacto parecido al que tiene con ellas el awá.

Las piedras curativas son seres humanos, que ven todo, entienden todo, saben todo, distinguen las cosas, y todo esto lo leen desde la actitud de su protectora, la sĩõ'tãmĩ. La persona que cuida estas piedras curativas debe actuar ante ellas de forma que la piedra la reconozca como su familia más cercana, como la figura que la protegerá para que pueda vivir con tranquilidad.

En el mundo bribri y cabécar, las piedras curativas tienen la posibilidad de convertirse en un animal o algún ser que puede crear enfermedades a los seres humanos. Las piedras hembra (dikúswa) solo producen enfermedad, mientras que las piedras macho (duwàlk) son las que se pueden convertir en animales. En algunos casos se han convertido en animales que matan a los humanos; es por esto que las reglas y el estudio deberán cumplirse rigurosamente. El entendimiento entre las sĩõ' y sĩõ'tãmĩ es importante, puesto que de esto depende que la piedras sagradas no se conviertan en un mal contra la humanidad.

Uno se preguntaría cómo se hace para adquirir estas cualidades; es ahí donde entra la función de las ceremonias de graduación, las dietas, los intercambios de las cosas, las purificaciones de las comidas y las tomas de cacao en las ceremonias que se celebran en el proceso de los estudios.

Todas estas actividades que se realizan dentro de las ceremonias de graduaciones, en los actos anteriormente señalados, implican el paso de energía y poderes que hacen a la estudiante visible ante los ojos de los seres del otro mundo.

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