Introducción general
Los indígenas de Costa Rica y el pueblo bribri
Hay en la actualidad ocho grupos indígenas en Costa Rica: los guaymíes, los borucas y los térrabas habitan en la zona sur; los bribris y los cabécares son oriundos de Talamanca, los malecu están en la región de San Carlos; descendientes de los huetares habitan en las comunidades de Zapatón y Quitirrisí, en San José, y descendientes de los chorotegas se encuentran en Matambú, Guanacaste. Excepto por los chorotegas, los demás grupos hablan o hablaron lenguas pertenecientes a la familia chibcha. Otras lenguas de la misma familia se ubican en Colombia, Panamá, Nicaragua y Honduras (Constenla Umaña 1985, 1989, 1991).
Históricamente Costa Rica se dividía en dos grupos culturales: los grupos del Pacífico Norte (Golfo y Península de Nicoya, Valle del Tempisque y el norte de Guanacaste) tenían lenguas afines a las de grupos indígenas de Centroamérica y México. Las lenguas del resto del país (llanuras del norte, regiones atlántica y central, y Pacífico Sur) son de filiación chibcha, una familia cuyo centro de irradiación estuvo en la región central de Colombia. Los grupos chibchenses bribri y cabécar son originarios del Valle de Talamanca en la provincia de Limón.
A pesar de la prolongada persecución espiritual, cultural y económica que los talamanqueños han sufrido a lo largo de su historia, han logrado preservar su lengua, algunos aspectos de su tradicional forma de vida, como las chichadas, formas específicas de cultivo como las parcelas, patrones conceptuales complejos sobre el nacimiento, la enfermedad y la muerte, y una cantidad considerable de tradición oral.
Los bribris son actualmente alrededor de 13 000 personas (12 785 según el Censo Nacional de 2011) y viven en el sur de Costa Rica, a ambos lados de la Cordillera de Talamanca. En el lado pacífico de la cordillera, residen en el Cantón de Buenos Aires, provincia de Puntarenas, especialmente en los territorios de Salitre y Cabagra. Este grupo está constituido por unas 4000 personas cuyo principal medio de subsistencia es el cultivo de frijoles, maíz, pejibayes, etc. En el lado atlántico de la cordillera, los bribris, cerca de 9000, se concentran en el territorio de Talamanca. Además de los mismos cultivos que se producen en el sur, tienen como sus principales productos de comercialización el cacao y el plátano.
Estudios generales sobre la lengua y la cultura de los bribris
Los trabajos pioneros sobre la lengua bribri se deben a Gabb (1875) y a Pittier (1898). Una primera descripción general, organizada en forma de lecciones, corresponde a Constenla Umaña y Margery Peña (1978, 1979); hasta el año 2018, la más completa descripción de la lengua había sido el Curso Básico de Bribri (Constenla Umaña, Elizondo Figueroa y Pereira Mora 1998). A partir de 2018, se cuenta con la Gramática de la Lengua Bribri (Jara Murillo 2018), descargable en este mismo sitio.
Otros trabajos importantes son el Diccionario Fraseológico Bribri-Español Español-Bribri (Margery Peña 1982) y el Diccionario de Mitología Bribri (Jara Murillo y García Segura 2003, descargable en este sitio). I ttè - Historias bribris (Jara Murillo 1993, versión digital de 2018 descargable en este sitio) ofrece un análisis etnolingüístico de la tradición oral bribri y una colección de textos en bribri con traducción literal y libre, además de gran cantidad de notas explicativas sobre la gramática; Kṍ Kẽ́ska. El Lugar del Tiempo. Historias y Otras Tradiciones Orales del Pueblo Bribri (Jara Murillo y García Segura 1997, descargable en este sitio) presenta una serie de relatos bribris en español; Plantas de la Medicina Bribri (García Segura 1994) es una colección, en español y bribri, de recetas medicinales hechas a base de plantas de Talamanca. Dos obras fundamentales desde la perspectiva antropológica son Las Tribus Talamanqueñas de Costa Rica (Stone 1961) y El nacimiento y la muerte entre los bribris (Bozzoli 1979). Cabe destacar también las colecciones de historias indígenas que se publicaron en las revistas Vínculos, editada por el Museo Nacional, y Tradición Oral Indígena Costarricense y promovida por la Dra. María Eugenia Bozzoli desde la Escuela de Antropología y Sociología de la Universidad de Costa Rica. El detalle de estas colecciones puede verse en el Anexo 4, donde se proporciona una bibliografía comprensiva sobre la lengua y la cultura bribris a la fecha de publicación de esta obra (2008).
De más reciente data es la plataforma DIPALICORI (Diversidad y patrimonio lingüístico de Costa Rica), coordinada por el Dr. Carlos Sánchez Avendaño, de la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura de la Universidad de Costa Rica. Funciona como un repositorio de materiales (libros, cancioneros, audios, documentales, documentación fotográfica y videográfica, diccionarios, materiales didácticos, etc.) en las distintas lenguas indígenas de Costa Rica (todos los materiales se pueden consultar y descargar de manera gratuita en la dirección http://www.dipalicori.ucr.ac.cr/)
Cargos tradicionales del pueblo bribri
El esquema muestra los cargos que existían en la sociedad bribri tradicional:
1- uséköl 'sumo sacerdote'
2- bulu' 'rey o jefe'
3- bikili' 'intérprete' entre el uséköl y el pueblo
4- awá 'médico'
5- tsö́köl 'cantor, encargado de transmitir la historia antigua (sũwõ')'
6- óköm 'enterrador, encargado de los ritos fúnebres'
7- sĩõ'tãmĩ 'encargada de cuidar las piedras del médico'
8- tsuru'oköm 'encargada de calentar y repartir el cacao'
9- bikákla 'sirviente, maestro de ceremonias'
Con base en la información recabada en el Diccionario de Mitología Bribri (Jara Murillo y García Segura 2003), a continuación se caracterizan estos cargos. En primer lugar, nos referimos a los de awá, sĩõ'tãmĩ y óköm, que son los que nos ocupan principalmente; luego se presenta información relativa a los demás cargos.
Awá: médico, especialista en medicina tradicional bribri
En Íes Sa' Yilite: Los ojos del alma (García Segura y Jaén 1996:17, 21, 66, 77), los autores describen a los awápa [1] como los grandes depositarios del conocimiento, los grandes sabios. El médico cura mediante cantos especiales que Sibö̀ (el dios de los bribris) dejó para tal efecto. Existe un canto para cada enfermedad.
El médico debe conocer muy bien cómo actúa el dueño de cada enfermedad para poder enviarla a su lugar de origen, debajo de donde nace el sol. Mediante el canto, se comunica con los ayudantes de Sibö̀ para que lo ayuden a desterrar la enfermedad. Dependiendo de la gravedad de esta, el canto puede durar dos, cuatro u ocho noches; lo más frecuente es un canto de cuatro noches.
El canto del awá se simboliza como un ave que viaja al más allá para conversar con el espíritu de la enfermedad. El médico solo canta de noche, en un lenguaje especial, a veces llamado habla ritual o "canto". Este es el lenguaje del tiempo de la oscuridad, antes de que Sibö̀ creara la tierra y la iluminara.
Además del canto, los médicos utilizan plantas para curar, que actúan como ayudantes en el proceso, al igual que las piedras curativas sagradas (sĩã' ~ sĩõ') [2] pieles de animales y otros elementos. Un objeto importante es "la balsa", que consiste en un palo de madera de balsa (ulù) en donde el médico dibuja la enfermedad y a los seres que intervienen en la curación. También dibuja a Sibö̀ y a Sula', el artesano. La balsa se hace en casos de enfermedad grave.
Sánchez y Mayorga (1994: 79-83) explican que el aprendiz de awá debe iniciar sus estudios desde niño y termina a los veinte años. El joven awá empieza curando sólo a niños durante un año; cumplido el año puede hacer curaciones a adultos. Todo awá debe hacerles una fiesta una vez por año a las piedras sagradas. No debe matar ni negarle a nadie sus servicios de médico; no debe ser mezquino. Debe trabajar solamente de noche y fuera de la casa. Los primeros médicos aprendieron la sabiduría directamente de Sibö̀, quien les enseñó todos los cantos y les entregó las sĩã'. Por su parte, Bozzoli (1977b:88, 98) recoge la tradición de que Sibö̀ estuvo enseñándoles a los sumos sacerdotes (usékölpa) durante casi toda la noche y empezó a enseñarles a los awápa en la madrugada; cuando salió el sol tuvo que irse y no pudo terminar su enseñanza. Por esta razón, los sumos sacerdotes eran más poderosos que los médicos.
Finalmente, en Tradición Indígena Costarricense (Bozzoli y Murillo 1987:23-4), se dice que Sibö̀ fingió estar enfermo para probar a los primeros médicos. Cuatro de ellos creyeron equivocadamente que realmente estaba enfermo, por lo que Sibö̀ los castigó: a uno lo dejó tirado en la tierra, a otro lo cobijó, a otro lo colgó de un palo y al cuarto lo metió en una zanja. Un quinto médico acertó en adivinar que Sibö̀ no estaba enfermo, sino que iba a crear el mundo.
En el estudio de los cargos tradicionales de awá y sĩõ'tãmĩ es fundamental el concepto de sĩõ', la piedra sagrada curativa con la que diagnostica el médico. Se dice que antes de nacer, Sibö̀ era una piedrita curativa; se escondió en el vientre de Sìitãmĩ, la luna, para poder nacer. Existen piedras macho (duwàlk), que son redondas, y piedras hembra (dikúswa), que son planas.
Las piedras funcionan como un oráculo que le permite al médico averiguar sobre la enfermedad que aqueja al paciente y también sobre diversos fenómenos, incluso futuros. Los bribris consideran que las piedras son seres vivos con los cuales es posible comunicarse. Requiere mucho tiempo aprender a manejarlas. El médico formula una pregunta, coloca la piedra en su mano y la sopla. Si la piedra se mueve o se suspende en el aire significa que la respuesta es afirmativa; de lo contrario la respuesta es negativa. La piedra solo contesta afirmativa o negativamente. El médico conversa con la piedrita con el fin de averiguar por qué surgió la enfermedad, qué tipo de enfermedad es, etc. La piedrita va orientando la reflexión del médico de manera que este pueda ir descartando opciones y concentrándose en determinada dirección. Los médicos consideran que si una piedrita está quieta es que no está trabajando muy bien. Cuando se mueve, se sabe que trabaja bien.
Se debe llamar al espíritu de la piedrita; se comienza por averiguar si se puede curar la enfermedad. Si la piedrita dice que sí, hay que comenzar recordándole lo que ella soñó cuando pertenecía a Sibö̀. Por ejemplo, con la enfermedad del reumatismo (álĩm), en la que intervienen ocho seres, se le recuerda que ella soñó con los ocho seres negativos, que son los dueños de la enfermedad, cuando apenas era agua, luego cuando fue masa, luego cuando fue adolescente. Se le dice a la piedrita: "Yo te vi cuando apenas eras un poco de agua. Ayúdame a mandar esta enfermedad al más allá." A la piedrita se le debe hablar como si estuviéramos enojados con ella, de manera que ella sienta nuestro poder y conocimiento. Estas conversaciones con la piedra son siempre en habla ritual o canto (García Segura y Jaén 1996:24-5, 40).
Stone (1961:137) señala que son tres piedras: la más poderosa es dikúswa. Los médicos saben cuándo va a morir alguien porque esta piedra desaparece o se divide en dos. Solo los más poderosos médicos se atreven a usarla; la mayoría usa otra piedra llamada sòrkuswa. Todas las piedras se comunican con Sibö̀ y los médicos en lenguaje sagrado (canto). Los médicos nuevos ponen granos de maíz en las rocas de un lugar específico de Talamanca durante la noche; a la mañana siguiente aparecen convertidas en sĩã'.
Palmer, Sánchez y Mayorga (1992:32, 35, 47) agregan que aún se conservan piedras en Kã́tsipatsipa, envueltas en algodón dentro de una canasta bien protegida. Solamente los sacerdotes pueden tocarlas. Las guardan celosamente para que no se vayan volando, ya que estas piedritas vuelan y, si se escapan, son capaces de convertirse en un jaguar que se come a las gallinas, o en un gavilán emisario de plagas, o en un tigre de agua (dìnãmũ) que acecha en los ríos y mata a la gente. Estas piedras nacieron del afrecho que Sibö̀ tiró en el río Siáköldi'.
Por último, en Tradición Oral Indígena Costarricense (Bozzoli y Murillo (eds.) 1989:7, 12-14) se dice que cada grupo de seres malignos tenía estas piedritas en la garganta y que Bóknãmã (jefe de los clanes de sumos sacerdotes y uno de los reyes de los tigres) se las sacaba cuando los mataba. Bóknãmã llevó todas las piedritas a Yòn, un lugar en San José Cabécar; por esta razón, se dice que Bóknãmã tiene un poder que es casi igual al de Sibö̀. [3]
Sĩõ'tãmĩ: encargada de cuidar las piedras curativas sagradas del médico
El nombre se compone de sĩõ' 'piedras curativas sagradas' y -tãmĩ 'dueña'. Sĩõ'tãmĩ debe realizar los mismos estudios que hace el awá, pero su graduación es diferente. Ella debe pertenecer al mismo clan del médico cuyas piedras cuidará. Cuando un awá muere, esto significa que sus piedras enviudan; cuando esto sucede, Sĩõ'tãmĩ debe recogerlas, guardarlas y cuidarlas, pues ellas tienen poder por sí mismas y si no se cuidan podrían causar algún daño. Sĩõ'tãmĩ guarda las piedras en una bolsita especial y la cuelga en un lugar de la casa donde nadie puede tocarlas. Ahí se quedan protegidas para siempre.
Óköm: enterrador, encargado de los ritos fúnebres
El encargado de los rituales fúnebres tiene un rango en la jerarquía de dignidades bribris que se ubica entre el cantor fúnebre (tsö́köl) y la encargada de cuidar las piedras curativas del médico. Es el especialista en la manipulación de los cadáveres. Sánchez y Mayorga (1994:62) cuentan que cuando Itsã', uno de los diablos principales, se comía el cuerpo de sus víctimas y se iba a su cueva, los enterradores, con los parientes del muerto, aprovechaban para llevarse los restos.
Uséköl: sumo sacerdote, máxima autoridad
Este título se les otorgaba a los jefes del más alto rango entre los bribris y los cabécares. Fueron los mayores sabios hasta la segunda o tercera década del siglo XX. Se les atribuye extraordinarios poderes mágicos, y por eso no se podía hablar directamente con ellos, sino que era necesario hacerlo por medio de un intérprete (bikili'). Solo podían provenir de determinados clanes y solo intervenían cuando ocurrían grandes calamidades, como pestes, inundaciones o serios conflictos sociales. Se dice que Bóknãmã era su jefe.
En varias fuentes encontramos importante información sobre los uséköpa. Palmer, Sánchez y Mayorga (1992:45-48) explican que "Sibö̀ trajo el clan de los usékölpa para proteger a los indígenas de los espíritus que se manifiestan en la tierra en forma de terribles animales deseosos de comérselos o enfermarlos. Los miembros de este clan eran superiores a los demás, fueron traídos de Nõpátkuo, pues eran seres celestiales que vivían con Sibö̀. Fueron ubicados en Suwëuk y en Kã́tsipatsipa. Cuando Sibö̀ les dio las piedras sagradas, los sacerdotes empezaron a luchar contra los dueños de las enfermedades y los vencieron, excepto a los dueños de la gripe, el catarro y el sarampión. Viven juntos en un lugar y solo los miembros del clan Túkwak pueden casarse con ellos; los demás indígenas no pueden verlos ni tocarlos. Si, cuando muere un sacerdote, su cadáver no es bien cuidado, entonces el espíritu del muerto se convierte en un jaguar, que puede asustar y matar a la gente. Únicamente los intérpretes (bikili') pueden comunicar a los sacerdotes con las personas de los demás clanes. La misión de este clan es ayudar a la población entera cuando sufre un mal colectivo. Mientras los sacerdotes hacen su trabajo, la gente por lo general tiene que ayunar hasta por un mes. En 1935 provocaron una inundación que se llevó todos los puentes, rieles, trenes y bodegas de la compañía bananera United Fruit. Después, cuando la Compañía volvió a instalarse en Talamanca, los sacerdotes crearon un mal en las plantaciones de banano y se arruinó el comercio. El clan de sumo sacerdote todavía receta ayunos cuando los indígenas sufren de males colectivos. Solo ellos nos pueden proteger del tigre de agua (dìnãmũ). Tienen que caminar de noche, montaña arriba, vestidos de mastate. Llaman al tigre de agua y él se les acerca. Lo acarician para calmarlo y el tigre va achicándose hasta que se convierte en una piedrita. Los sacerdotes la llevan a casa y la colocan en una canasta para que no vuelva a amenazar a la gente."
En Tradición Oral Indígena Costarricense (Bozzoli y Cubero (eds.) 1983:7-9), se describen como "personajes que, junto con cinco médicos, lograron que hubiera una gran inundación en las tierras de la Compañía bananera. Como el armadillo zopilote (bulùr) sabe excavar, pusieron en un hueco cerca del agua un par de manos de ese animal, un verolís, una mano de persona y otras cosas que causaron la inundación. Podían hacer crecer los ríos y matar a las personas. Durante la guerra entre los bribris y los téribes, estos últimos mataron a un sacerdote, le cortaron la cabeza y se la llevaron. La cabeza iba mordiéndolos en el camino y después de un mes, cuando ya se había podrido, se convirtió en un hermoso tigre y se comió a los téribes. [En otra narración, se cuenta que de la cabeza salió una especie de ratón negro que fue creciendo día tras día y que empezó primero a comerse a los animales y luego a las personas.]. El tigre protegía a una nieta que había llevado con él; un día la llevó a la casa de la familia de ambos y él retomó su forma humana, pero la familia no deseaba tenerlo con ellos porque se iba volando como un espíritu a comer gente; entonces lo llevaron a una cueva, lo amarraron y taparon la entrada con una piedra."
Los usékölpa se encargaban de eliminar toda clase de seres malignos; así, por ejemplo, eliminaron a los Tkõ̀dawe, un grupo de diablos, invocando el diluvio universal. En el No. 1 de la misma publicación (Bozzoli y Cubero (eds.) (s.a.):8), se cuenta que uno de ellos eliminó a los shkua', diablos de las nubes. "Llegó al cerro Skuë̀la, empezó a cantarles a sus piedras mágicas y de una canasta que llevaba, empezaron a salir ratas pequeñas al atardecer; estas luego se convirtieron en tigres grandes que se comieron a los animales y a los shkua'. En la madrugada, cuando ya habían matado a casi todos los shkua', se metieron nuevamente en la canasta. Duraron cuatro noches eliminando a los shkua'." También eliminaron a los seres que castigaban el incesto, enviándolos nuevamente al mundo subterráneo de donde habían salido.
Como personaje individual, lo encontramos en varias narraciones recogidas en Tradición Oral Indígena Costarricense. En Bozzoli y Murillo (eds.) (1984:24-25) se le describe como "un hombre poderoso y sabio al que todos respetaban y temían. En cierta ocasión salió a cazar pájaros con su pequeña sobrina, momento en que pasaron los téribes, después de la guerra contra los bribris, y lo mataron. Le cortaron la cabeza e hicieron que la sobrina la llevara, porque la cabeza los mordía. Colocaron la cabeza en un cerco y tomaron a la niña como sirvienta. De la cabeza salió un tigre que fue creciendo poco a poco y empezó a comerse a la gente. Una noche el tío se le apareció a la sobrina en sueños y le dijo que volverían a su tierra cuando ella oyera un aullido fuerte. Así fue, y el tigre se quedó en el cerro, en una cueva."
En otra narración recogida en Bozzoli y Cubero (eds., (s.a.):7-8), se cuenta que "un día, mientras estaba tranquilo tirando pájaros con una cerbatana, los téribes lo chucearon y le cortaron la cabeza. La guindaron con un mecate, pero la cabeza les mordía la espalda; luego la guindaron en un palo, pero rompió el mecate. Entonces hicieron que la sobrina del sacerdote, la cual fue tomada prisionera en el momento en que mataron a su tío, llevara la cabeza. La cabeza fue puesta en una estaca y una noche se cayó, se convirtió en un gran tigre y se empezó a comer a toda la gente, hasta que quedaron unos pocos, que hicieron una balsa y se fueron. Durante tres días el tigre cuidó de su sobrina y la dejó en el lugar donde lo habían matado. Era como piedra, salía como tigre, mataba a la gente, pero no se la comía."
En otra versión de la historia, que aparece en la revista Vínculos No. 3 (Bozzoli 1977b:77) se dice que "los térrabas pusieron la cabeza sobre un palo, pero esta no se quedaba quieta, sino que se caía una y otra vez, entonces tuvieron que dejarla en el suelo. A los pocos días vieron una huella muy pequeña que iba creciendo cada día. Este animal cazaba pollos y los mató a todos. Cuando era más grande, empezó a matar chanchos y luego a los térrabas. Estos se dieron cuenta de que era un tigre el que hacía daño, pero que no se comía a los bribris que habían sido capturados. Cuando se acabaron los térrabas, el tigre se vino para el lugar de los bribris. Solamente quedaron dos térrabas, quienes se fueron a Chãmũ̀köla Wö́kekika."
En esta misma publicación se cuenta que un uséköl se fue al árbol duchá a fingir que estaba matando pájaros, mientras esperaba a que llegaran los Të́rum (térrabas). "Cuando los térrabas llegaron, mataron a este joven y le cortaron la cabeza, al mismo tiempo que ataron a su sobrina. En el trayecto, la cabeza mordía a sus portadores en los hombros, las manos y la espalda. Durante toda la noche, amarraban la cabeza y esta cortaba los bejucos. Cuando llegaron a Talàri, pusieron la cabeza en una camilla y comenzaron a hacerle fiesta y a cantarle. La fiesta duró cuatro días; entonces vieron que la cabeza echaba agua y dentro de esa agua encontraron una especie de gato muy pequeño. Era el alma (wíköl) del joven sacerdote. Siempre que intentaban matarlo, el animal se metía dentro del cráneo. Transcurridos veinte días, este animal había alcanzado el tamaño de un ratón. Cuando el cadáver se secó, el gato desapareció. A los cuatro días, aparecían los pollos muertos; luego terminó con todos los cerdos y, después, se volvió a desaparecer por diez días, al cabo de los cuales comenzó a matar las reses. En veinte días acabó con todo el ganado, y entonces continuó con la gente. Cuando solo quedaban dos o tres térrabas, estos decidieron matarlo. La niña debía cuidar la cabeza de su tío, quien, ya convertido en tigre, le había dicho: "Me mataron, según ellos, pero estoy vivo, todavía no se ponga triste ni se asuste". Los sobrevivientes trataron de herir al tigre con diferentes armas, pero no pudieron hacerle daño. También tenían dos tigres, uno de los cuales era un rey. A la medianoche, los echaron a pelear con el tigre bribri, pero ganó este último. Lo mismo pasó con el segundo tigre. Los téribes tenían una culebra en forma de persona, a la cual le amarraron una vaca para que sirviera de señuelo. El tigre fue a la medianoche por la vaca; la culebra mordió al tigre en el pescuezo y lo mató. Pero luego el tigre se hizo culebra y creció como un toro y mató a la otra culebra. Cuando algún téribe salía, el tigre serpiente lo mataba. Un médico les dijo que debían cuidar a la hermana [la historia primero identifica a la niña como sobrina del sacerdote, pero a partir de este punto la llama hermana] y que tal vez así ese hombre no los mataría. Los téribes salían con ella, pero después la mandaban sola a buscar y repartir banano en todas las casas. En la noche, la niña venía acompañada de un tigre, que pasaba a la casa con ella y, una vez adentro, mataba a toda la gente. El tigre le avisó a su hermana que en tres días partirían, cuando ella oyera su grito. La niña les dijo a los térrabas que, si no la dejaban marcharse, su hermano iba a matar a todos los que quedaban y que cuando ya se hubieran ido no correrían más peligro. La niña calentó cacao, asó un plátano maduro y los téribes le hicieron gallina y chompipe para despedirla. Al amanecer, se oyeron tres rugidos desde lo alto de una montaña. La niña se fue y el tigre nunca la dejaba sola.
Descansaron ese día en una montaña y, al día siguiente, continuaron el viaje. Llegaron a un río grande llamado Talàri; el tigre se tomó toda el agua hasta secarlo y la niña pasó, después de lo cual el río se volvió a llenar. Luego llegaron a una montaña, en donde unos médicos examinaron al tigre, arreglaron a la niña y la mandaron a hacer una casa. Esto último pasó en el lugar llamado Yòn, en donde hay mucho tigre, pues por ahí pasó el sacerdote." (Bozzoli 1977b:78-80,82)
En otra publicación (Palmer (coord.) 1981:25-26) se encuentra la siguiente versión de la historia: "Uno de los miembros de este clan estaba matando pájaros en un árbol, acompañado de su sobrina, y fue muerto por los de la tribu Të́rum. Estos le cortaron la cabeza y se la llevaron a Panamá; cuando bailaron el sorbón, la cabeza también giraba como el baile. A los ocho días, cerca de la cabeza había muchos ratones; ocho días después, un gato caminaba alrededor de todas las casas. Cada ocho días el animal crecía y se fue comiendo a los animales y luego a las personas. Cuando terminó de comerse a todos los de la tribu, se llevó a su sobrina a su lugar de origen. El tigre era su tío y, después de esto, quedó encerrado cerca de la cabecera del río Telire." En la tradición oral bribri, los usékölpa se relacionan con diversas historias y temas. Las anteriores tienen que ver con el diluvio, los conflictos entre bribris y térrabas y la eliminación de seres malignos. En la siguiente narración se les relaciona con las águilas (pṹ):
"Eran personajes a quienes los bribris acudieron para pedirles ayuda para eliminar a las águilas que se los comían. El águila se los llevaba a la cabecera del río Telire, en donde tenía su lugar de comer, sobre una laja de piedra. Uno de los sacerdotes hizo una jaba muy grande y en ella metió a una persona y le dijo que, cuando el águila se lo hubiera llevado, moviera la jaba, para que el águila sintiera que llevaba a alguien y no la dejara caer. El hombre llegó al lugar donde el águila tenía el nido; llevaba un trozo de palo, tabaco y un mecate muy largo que el sacerdote le ordenó que llevara. En aquel lugar, el hombre empezó a fumar el tabaco y al poco rato el águila se durmió. El hombre salió de la canasta y con el palo golpeó a los polluelos del águila, uno voló al este y el otro, al oeste. Cuando estaba matando a los polluelos, oyó decir a alguien debajo de la laja que había llegado un zorro (bikili') a matar pollos. Así ocurrió dos veces. El hombre in-mediatamente amarró el mecate a un árbol, bajó y regresó a su casa." (Bozzoli 1977b:76, 81)
Otra historia cuenta que dos usékölpa tenían que matar a los niños culebra. A uno le tocaba matar una culebra con la mano derecha y al otro le tocaba matar la otra con la mano izquierda. El de la mano derecha chuceó a la culebra macho y la mató. El de la mano izquierda chuceó a la culebra hembra, pero no logró matarla, pues esta pasó muy velozmente y se fue por el río Sixaola hasta la desembocadura. Esta culebra es Dìnãmũ, el tigre de agua. Los usékölpa, después de pasar por muchos lugares, llegaron a este sitio a cuidar a las semillas indígenas, para hacer renacer todas las plantas destruidas, pero Sibö̀ mismo los ha eliminado. (Bozzoli 1977a:182-185)
Bikili': intérprete entre el uséköl y el pueblo
Son los asistentes que facilitan la comunicación entre los usékölpa y los demás clanes; únicamente los miembros del clan Sàlkwak pueden llegar a ser bikili'. La palabra bikili' en el bribri común se refiere al zorro pelón o zarigüeya. En la historia tradicional que cuenta el mal agüero del zorro, es un personaje aliado de Sibö̀. Según la historia, cuando Sibö̀ llegó a ser adulto, regresó de donde se había escondido para vengarse de sus peores enemigos, los diablos Sòrbulu. Tomó su alimento, que era un zorro seco, y lo revivió en un ritual en el cual el zorro hace de cantor (tsö́köl) y Sibö̀ actúa como su ayudante. Con esto asustó tanto a los Sòrbulu, que estos decidieron deshacerse del zorro y no volver a probar su carne. Por eso el zorro no se puede comer. Es a partir de esta historia que se denomina bikili' al encargado de hablar por la gente ante el sumo sacerdote (uséköl) y de transmitir sus mensajes.
Bulu': rey, jefe
El clan de los últimos reyes bribris es el clan Sàlkwak o gente del mono colorado. El último rey, Antonio Saldaña, murió en 1910. Se dice que su clan venía de progenitores que tenían dos rabos, adelante y atrás, y también ojos en la cara y en la cabeza, o que tenían dos cabezas. Los miembros de este clan podían ser, además de reyes, intérpretes (bikili'). Los reyes daban las órdenes de los trabajos que debía hacer la comunidad: la limpieza de los caminos, la construcción de puentes hamaca, etc. (Bozzoli 1979:45; Palmer, Sánchez y Mayorga 1992:31,46)
Tsö́köl: cantor, encargado de transmitir la historia antigua (sũwõ')
Los cantos correspondientes a este cargo eran principalmente cantos fúnebres. En la actualidad no existen cantores que realicen esta función específica. Como sobrevive solo el cargo de médico, son estos los que fungen como cantores y a veces también como enterradores. Los cantores tuvieron su origen en la planta de jícaro (tã́). Sibö̀ trajo muchas ramas de esta planta, pero solo sembró una. Esta rama echó una sola fruta y cuando sazonó, cayó al suelo y se rompió. De ahí nacieron las semillas de los cantores, que podían hablar y cantar. Eran cuatro: el quetzal (kabék), la lora (pà), el tucán quioro (tsiö̀) y la guacamaya (kukã'). De ellos, la guacamaya cantaba fuerte y se podía escuchar de muy lejos; el tucán en cambio cantaba bajito. La semillas del quetzal eran las que se llamaban tu' ditsé 'semillas de tubérculo'. Los cantores vinieron para cantar cuando se tocan los tambores, en los trabajos funerarios como bö̀shte, sbulàũk, siàkölshte (Bozzoli 1977a:185-186). Otras ceremonias fúnebres que eran responsabilidad de los cantores son: kolóm, para jóvenes, y sulàr kéli, para ancianos (Jara Murillo 1993:115).
Tsuru' óköm: encargada de repartir el cacao
Es la encargada de preparar la bebida de cacao o chocolate en funerales y otras actividades en las que esta se reparte ceremonialmente. También se le denomina tsuru' nãmã̀bata.
Bikákla: sirviente, maestro de ceremonias, organizador de fiestas
El maestro de ceremonias se encargaba de conducir los rituales festivos, desde el tiempo en que Sibö̀ hizo la fiesta para inaugurar el mundo (Jara Murillo 1993:30, 141); también conduce los rituales en las ceremonias de formación de los cargos y las graduaciones.
NOTAS
[1] El sufijo -pa indica plural; se une solo a sustantivos referidos a personas.
[2] La variación es dialectal.
[3] Sobre el cargo de awá, ver además los Anexos 1 y 2.